9 de enero de 2017

Ammmmmistad

Estamos muy mal acostumbrados a creer que las amistades son verdaderas si suman años, si nos acompañan en los cumpleaños, en las fiestas y en las despedidas, si nos cuentan sus más banales secretos.
Para variar, creemos mal.

Amistad, que no acaba ni en -a ni en -o, es encontrar en una misma extremidad el hombro para llorar; el codo para empinar y la mano que te dé cuando lo has hecho mal.
Es la sabia voz de la razón que te incita a pecar, pero siempre en compañía, alejando tus miedos del qué dirán aquellos que no te conocen, y que no quieren hacerlo.
Es el interés y la paciencia de escucharte, de conocer todas tus versiones, tanto la cara A y como la cara B.
Es saber que no has sido tú, por muchas lenguas viperinas que le digan lo contrario. Confianza, respeto.

Leer, escribir, cantar, bailar, salir, viajar, descubrir, emocionarse, reír, volar, soñar, equivocarse, querer.

Es querer crecer contigo.

Ahora desconocidos.


Y así, como quien no quiere la cosa os desconocisteis.
Olvidasteis daros los buenos días, las buenas tardes y las mejores noches;
olvidasteis preguntar qué tal, cómo estás, qué es de ti;
olvidasteis saludaros cuando os cruzáis;
olvidasteis el "nosotros" para ser yo y otro, otro y yo,
otro yo y otro tú.