Todas las luces apagadas para que así la oscuridad abrazase esos pensamientos que velozmente llenan la habitación, y al mismo tiempo la vacían, componiendo así un ritmo estrepitosamente silencioso de idas y venidas, de ideas que nacen y se mueren, de deseos que se pierden en la inmensidad de unos escasos metros cuadrados.
Es cierto que con un poco de música, una lámpara o quizás un poco de compañía este ambiente moriría, pero por qué acabar con todo lo que no parece alegre, por qué no disfrutar de la soledad de un día frío de invierno, un poco de reflexión y una buena cura de nostalgia, por qué no recordar, elegir qué olvidar y limpiarnos por dentro, ¿por qué no? ¿Por que no parece divertido? ¿por que no parece alegre? quizás.
A veces, solo nos hace falta un poco de nada, para conseguir mucho. A veces, solo tenemos que pensar. A veces, solo necesitamos sentirnos solos, aunque no lo estemos.
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