4 de diciembre de 2016

Ella

Los sueños que no le cabían en la cabeza los iba dejando en sus personas favoritas, así sabía a dónde tenía que ir a recuperarlas si algún día se quedaba sin alas.

Caminaba rápido, siempre temía que la manecilla larga del reloj le pusiera la zancadilla. Aunque a veces se quedaba quieta, se paraba a observar, sin gafas ni intenciones, solo mirar. Y le encantaba notar como se le escapaban algunas sonrisas mientras invertía su vista en el presente.

Había días de amor y otros tantos de odio, no soportaba al mismo tiempo que adoraba la velocidad de sus pensamientos, la fuerza y la determinación de cada una de las palabras que su cabeza generaba, aunque no dijesen nada.

Aunque soñar despierta con el pasado y el futuro le robaba muchos minutos del presente, vivía feliz en esa irrealidad atemporal.

Era fan de las casualidades, pero más aún de averiguar que no eran tan inintencionadas como se hacían ver. Disfrutaba descubriendo el porqué de todo lo que estaba a su alrededor, aunque no tuviera que enterarse; aunque se lo guardase para ella.





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